El fútbol se hace comida en un festival en Río de Janeiro

15.06.2013 08:27

Los aficionados al fútbol podrán no solo ver una "Prórroga", una "Lambretta" y una "Bolea" durante la Copa Confederaciones, que comienza hoy, sino también degustarlas en un circuito gastronómico en una veintena de establecimientos del centro de Río de Janeiro.

Se trata de algunos de los platos y aperitivos en los que cocineros de restaurantes, bares, hoteles y discotecas han intentado traducir al ámbito gastronómico la emoción del terreno de juego.

Uno de ellos es "Pelotas en el césped", que reproduce la hierba, los jugadores, las porterías, las líneas del campo y hasta el banderín de esquina a base de bolitas de salchicha casera de cerdo, rodeadas de patatas fritas, col y aceitunas.

Lo realizó el chef Valtecio Borges para la Cachaçaria Mangue Seco, un local de venta del licor de caña brasileño (cachaça) y aperitivos en el barrio Lapa.

"Es un desafío, requiere tiempo, calma, no sirve apresurarse", dijo el Chef André Luís Silva, del establecimiento Rio Scenarium. "Para nosotros fue un gran desafío incluso mayor porque creamos un plato de pasta", añadió.

La creación de este hincha del equipo carioca Fluminense fue el "Regate tornillo", que consiste en macarrón "tornillo" con salsa de pesto, dos medallones de "filet mignon" y un tomate cherry, sazonado con perejil y queso parmesano.

Cada plato del festival, que durará hasta el 30 de junio, el día de la final de la Copa Confederaciones, viene acompañado de una cachaça del estado de Río de Janeiro.

Entre los participantes está una de las instituciones culinarias de la ciudad carioca, la Confitería Colombo, erigida hace 118 años en su corazón, que ofrece un postre con un nombre que lleva el sabor de pedir más: "Prórroga".

Creado por los chefs Alexander Barcelos, Renato Freire, Manuel Vieira Silva y Wagner, ese postre es nada menos que un delicioso hojaldre con el relleno de su tradicional pastel de Belén junto con cachaça, ralladura de limón y azúcar espolvoreado.

El fútbol también llega de la mano de Orlando Duque, un camarero de la confitería desde hace 60 años, quien entró a trabajar allí con 15.

Conocido en sus primeros años en la Colombo como 'Cobrinha' (serpientilla), por su delgadez, Duque sirvió a estrellas del fútbol como Vavá, campeón del mundo en 1958, y Rogan Menezes, el delantero de la selección derrotada en la final del Mundial de 1950, la primera organizada por Brasil, un partido que él recuerda muy bien.

"Yo tenía 14 años y estaba en el (estadio) Maracaná. Lloré dos veces: al entrar, porque nunca había visto tanta gente en el estadio como ese día, y al salir, por la derrota (ante Uruguay). Estaba todo listo para tres días de Carnaval, pero vi a la gente hasta desmayarse", recordó el veterano.

Socio del Café Musical Carioca da Gema, Thiago Cesario Alvim tiene una relación con el fútbol que va más allá de su participación en el circuito gastronómico, pues es vicepresidente de asuntos sociales y comunicación del equipo Botafogo.

"El fútbol y la comida están muy conectados. Por ejemplo, ir al estadio es un ritual y tenemos también un ritual gastronómico", dijo el empresario, quien recordó su infancia, cuando tomaba leche de una bolsa y comía perritos calientes en el Maracaná.

Es justamente el perro caliente el plato elegido por Carioca da Gema, el cual lleva una deliciosa salsa de la casa, acompañada de patatas de yuca, y es obra de la chef Mariana Penido.

Su nombre, "Regate Mané Garrincha", nació de una profunda investigación de los hechos históricos y curiosidades de la Copa Mundial.

Primero Alvim pensó en llamarlo "Pasos de Nílton Santos', en referencia a los pasos que dio el jugador brasileño hasta quedar fuera del área para engañar al árbitro tras haber cometido un penalti en el duelo entre Brasil y España en el Mundial de 1962.

Pero al final eligió "el momento en el que Garrincha, que siempre regateaba a todo el mundo, fue regateado por un perro", dijo Alvim, en referencia al partido entre Brasil e Inglaterra, en el Mundial de Chile Mundial, en el que un perro invadió el campo.

Los precios de los platos van de 12 a 66 reales (de 6 a 33 dólares), aunque algunos de ellos se venden según el peso.

El festival está organizado por el Servicio Brasileño de Apoyo a las Micro y Pequeñas Empresas de Rio de Janeiro (Sebrae-RJ) y Nuevo Río Viejo Polo, una asociación empresarial de la zona.